Los primeros días de la revolución


Alejandro Gaita Ariño
@agaitaarino@todon.nl

Este relato es el telón de fondo del juego de rol en vivo asambleario «Los primeros días de la revolución», disponible para su libre descarga aquí: https://produccionesgorgona.com/los-primeros-dias-de-la-revolucion/

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Ecoaldea clandestina «Guillem Agulló», Valencia, Imperio Español.

Primera semana de la Revolución de 2097. Lunes.

El cuarto que usamos para reunirnos está cargado del aroma familiar a ajos tiernos recién cogidos del huerto. Conforme nos vamos sentando a la mesa, vamos rulando un papel y un lápiz y cada cual va anotando los temas que quiere tratar en la asamblea. Hoy todos los temas van relacionados con la revolución que llega, claro.

El mundo nuevo que llevamos dentro de nuestros corazones parece que vaya a estallar en cualquier momento. Después de tantos años de clandestinidad, viviendo entre ruinas de chalets en los alrededores de Picassent, cuesta creer que por fin vayamos a dar el paso. Afortunadamente, Pumby sube de un salto a la mesa y se pone a hacer la croqueta para que le acariciemos la tripa, y disipa la tensión.

Rocío facilitará la asamblea de hoy. Empezamos. Joan nos explica que los montones de compost van lentos, por la falta de agua. Siempre la sequía, treinta años de sequía. Nos pregunta si el almacén de alimentos está lo bastante lleno. Hasta que la revolución anarquista se estabilice, hemos de estar preparados para que nadie pase hambre. No es él solamente: nos da más miedo la escasez que José María Abascal, con todos sus antidisturbios y toda su brigada político social.

Montse nos tranquiliza: en su cooperativa tienen reservas. Muy pocas habas y guisantes este año, pero arroz, almendras y aceite hay en abundancia. Eso enlaza con lo que nos quería comentar: será ella la portavoz de su coope en la interasamblea abierta que se celebrará este domingo en Valencia. Anticipamos la interasamblea con ansiedad. Si todo sale bien, los distintos colectivos pondremos en común nuestros recursos, y, sobre todo, comenzaremos a organizar la colectivización de la producción.

Mireia nos contagia su sonrisa al recordarnos que ella todavía mantiene el contacto con Rosario. Dice, y es verdad, que después de todas las semillas de rebelión que sembraron María y Rosario durante los años que vivieron en nuestra ecoaldea, sería una pena que no fueran a ver los frutos. A ver si conseguimos que vengan a ayudar, si no a organizar las milicias antifascistas, al menos sí con las escuelas de capacitación para la transformación del tejido productivo. Formación en oficios, en cuidados, en organización no jerárquica… las ecoaldeas vamos a ir desbordadas, y es faena que urge, porque necesitaremos aprovechar los escasos meses que dure el impulso inicial de la revolución para construir estructuras que nos permitan defenderla y continuarla.

Cuando ya hemos tratado todo lo importante, Ximo nos comenta un tema más ligero: va a tomar prestada de la videoteca una copia de La Vida es Bella, una película antifascista de hace cien años, para una actividad de «cinema al terrat» que tienen montada unos vecinos de Benetússer. Ximo nos dice que es gente muy maja, y que tienen cosas muy chulas en marcha. De tanto vivir en la clandestinidad, a veces se nos olvida el compromiso y la importancia de las redes vecinales. Cerramos la asamblea con la idea-fuerza de que la revolución que comienza esta semana va a ser una cosecha comunal.

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Cinema al terrat de la Asociación de Inquilinos en Alfafar-Benetússer, Valencia, Imperio Español.

Primera semana de la Revolución de 2097. Martes.

Al terminar «La vida es bella» corre un poquito de aire en la terraza, pero para eso hemos traído mantitas. Es bonito compartir estos ratos. Qué majo es Ximo, toda la vida organizando estas sesiones de «cinema al terrat» arriba de casa de sus padres, y qué majos los vecinos por no ponernos nunca pegas.

No es la primera película de propaganda antifascista que vemos últimamente. Comentamos que hace unos años no nos habríamos atrevido. No sabemos si es que las autoridades no se enteran, o si es que ya les da lo mismo todo. Igual piensan que todo esto es inofensivo. Igual cualquier día les damos una sorpresa.

Ximo nos habla de la gente que le presta el material subversivo, un grupito que vive en un poblado de chabolas, por Picassent. María opina que esa gente en el exilio interno es demasiado utópica, alejada de la realidad. Dice lo mismo del mensaje de la película: la ternura y el autoengaño están muy bien para sobrellevar el día a día, pero si no hacemos nada nosotros, no cambiará nada.

Compartimos ese sentimiento, y Toni nos recuerda, en tono desafiante, que desde que él era joven lleva diciéndose que los inquilinos deberíamos dejar de pagar los alquileres todos a una. En el Parke Alkosa y en Los Bloques no nos sobra el dinero a nadie, así que motivación no nos falta. Empezamos a venirnos arriba. ¿Y si lo hacemos ya, este mismo viernes, que es principio de mes? Ayer lunes empezó una huelga de ebanistas, y hemos oído rumores de que para estos días se están preparando muchas acciones revolucionarias. Si nos coordinamos bien, no van a ser capaces de reprimirlo todo a la vez. Decidimos que sí, que vamos a correr la voz y montar un grupo de ayuda mutua para organizar la resistencia.

Hablamos atropelladamente y con euforia hasta que nos empieza a vencer la preocupación. La posibilidad de que demasiada gente pase de follones, y que al final todo quede en nada, o incluso que vayamos a peor. Ana, a quien admiramos por ser la más responsable y la más valiente de entre nosotros, nos recuerda que los campo de trabajo y exterminio no solo existen en las películas de hace cien años, pero que tener miedo no significa cerrar los ojos a los problemas. Al revés: si tenemos miedo es porque hemos abierto los ojos a lo terrible que es la situación. Y nuestra respuesta ha de ser ponernos en pie, sacar la voz y protegernos las unas a las otras. Ana nos recuerda, además, la heroica resistencia que hubo en Valencia cuando el alzamiento ecofascista. ¡Porque fueron, somos!

Decidimos cerrar con eso. Los abrazos de despedida hoy son más fuertes de lo normal. Cuando nos bajamos cada cual a su casa a hacer la cena no sabemos cómo será la semana próxima, pero sí tenemos claro que el aire que correrá será de libertad.

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Reunión de compañeras limpiadoras del Policlínico de Monteolivete, en Valencia, Imperio Español.

Primera semana de la Revolución de 2097. Miércoles.

Vamos entrando en el piso de Vicenta, nos vamos sentando en la salita. Es temprano aún, como siempre. Amina, que es un amor, nos da a probar chebakias, un dulce típico de su tierra.

A la jefa de limpiadoras del Policlínico no le sentaría nada bien si se enterase de nuestras reuniones. «¡Quien tenga un problema lo que tiene que hacer es venir a verme directamente a mí!». Sí, reina, a tí te lo vamos a contar. Y peor le sentaría si supiese que justo las que nos juntamos somos además las limpiadoras de la clínica abortista clandestina más importante de Valencia.

En verdad no venimos por rebeldía, venimos porque curramos juntas aquí cerca y este piso nos viene bien para hablar de cosas del trabajo, tranquilas y sin fisgones. Varias compañeras quedamos todos los miércoles antes del turno, y aprovechamos para desayunar juntas. Pero esta semana es distinta.

Ana nos cuenta que por su zona, en Alfafar-Benetússer y otros barrios del Sur, planean dejar de pagar los alquileres todos a la vez, y que lo pretenden extender a las hipotecas y a toda Valencia. Nos parece bien, y decidimos que correremos la voz. Francisco nos sorprende diciendo que él también ha escuchado rumores de Revolución, pero más generalizada. A todas se nos encogen las tripas pensando en si volverán las desapariciones y los castigos ejemplares. Aun cuando una revuelta sale bien, sabemos que siempre la pagan más cara las más vulnerables.

Nos preguntamos si vamos a seguir acudiendo a trabajar aunque haya revuelta. Tenemos las respiraciones entrecortadas, pero decidimos que sí, que nuestro trabajo es esencial, tanto en el Policlínico como donde los abortos. Además que la Sanidad se defiende, pese a la jefa. Y mejor aún sin jefes. Poco duraría una revolución si no puede mantener abiertos ni los centros de salud. Asumimos nuestra responsabilidad de que las clínicas sigan funcionando. Decidimos que hablaremos con las otras compañeras limpiadoras de Monteolivete, con las enfermeras, con los médicos y con los celadores. Y con las enfermeras que llevan la clínica de abortar. Nosotras, que como compañeras formamos un grupo de confianza, hemos de organizarnos, mantenernos unidas y cuidarnos las unas a las otras, venga lo que venga. De cada cual según su capacidad.

Josefa nos comenta de su marido Santiago que aunque sea antidisturbios es un pedazo de pan que «cualquier día le pillan y me lo sacan de casa de madrugada». Santiago edita con otros compañeros de la policía un panfleto clandestino, «Luz al Soldado». Entre otras cosas, lleva técnicas para rebajar la violencia en situaciones tensas. Formas de hablar, formas de moverse. Ha traído unos pasquines, les damos un ojo. Nos pueden venir bien si la cosa se pone tensa.

Acabamos, recogemos. Nos espera una jornada más de mantener en marcha los servicios de salud, y quizá un día menos hasta dejar de soportar a la jefa.

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Reunión del consejo de redacción de «Luz al Soldado», en el barrio de Zapadores, en Valencia, Imperio Español

Primera semana de la Revolución de 2097. Jueves.

Lluvias torrenciales hoy en muchas comarcas; a ver qué tal aguantan los embalses. Terminado el turno en el cuartel, nos acercamos al domicilio del compañero Santiago, y allí dejamos en un rincón nuestros ponchos reglamentarios de lluvia, sacamos los papeles y tomamos asiento alrededor de la mesa del comedor. Nos lamentamos de que los compañeros del ejército sigan acuartelados, esperando hasta que Madrid declare el estado de alarma y empiecen las evacuaciones y los toques de queda. Como el otoño pasado, el trabajo útil lo están haciendo ya los propios vecinos organizados por distritos, con conocimiento directo de quién necesita ayuda, y atendiendo a cada cual según su necesidad.

Empezamos la reunión de trabajo. Somos conscientes de que va a ser el número más importante de «Luz al Soldado», pero no nos sacamos de la cabeza a nuestras familias. El padre de Santiago, con cargo en el Ministerio. La madre de Adolfo, fascista sincera desde siempre. El abuelo de Manolo, diez años cazando grupos anarquistas. Y nuestro propio trabajo como Unidades de Intervención Policial. ¿Cómo podemos decir que estamos con la revolución, siendo hijos del régimen represivo?

Santiago nos presenta su contenido para la sección de autodefensa no violenta. En este número lo acompaña de una pieza de opinión, sobre la necesidad de resolver la tensión entre el Pueblo y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La pieza de Adolfo es específica para este número: un manual de preparar barricadas para inutilizar los accesos a los polvorines. Según él, son rápidas de montar y muy laboriosas de desbloquear. Manolo tiene otro texto similar para el uso de barro de arcilla para cegar escudos, parabrisas y viseras, pero ese decidimos repartirlo a modo de octavilla esta misma noche, ya que la lluvia de marzo se ha adelantado, y los días óptimos para esta táctica van a ser hoy y mañana. Lo mismo para los consejos sobre el sabotaje de armas: nos cuenta Benito que se ha enterado de que en Paterna ya han empezado con esto, aprovechando la gota fría para simular todo tipo de ejercicios de campo y dejar todo el equipo posible temporalmente inservible. Emocionados, nos arrancamos a vivas y bravos por esos tenientes valientes que sospechan lo que viene y que colaboran para que empiece y termine con los menos tiros posibles.

Benito nos recuerda en tono serio que va a ser una noche larga entre cerrar el número e imprimirlo. Nos confirma, eso sí, que con su hermana Juana ya tiene resuelta la distribución de todos los ejemplares que nos dé tiempo a imprimir, a través de las sociedades musicales.

Qué tiempos estos. Quién nos iba a decir, cuando jugábamos los jueves a pelota valenciana, que estaríamos años después reunidos clandestinamente y hablando de revolución. Por otro lado, ¿si no nosotros, quién?

Volvemos a centrarnos. Teniendo el material listo, nos queda remaquetar el número, insertar imágenes que nos han suministrado algunos compañeros, y redactar un editorial adecuado para este momento decisivo de nuestra Historia. ¡A las barricadas, hasta la victoria!

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Reunión de charangas de la Banda de la Sociedad Musical Virgen de los Ángeles, en El Cabanyal, Territori Lliure

Primera semana de la Revolución de 2097. Viernes.

¡Menudo primer día de marzo! Veremos qué tal se nos da la asamblea, porque el alboroto que llevamos en el cuerpo es importante.

Juana entra por la puerta anunciando a voces que nos ha traído coca de llanda y mistela, y con esa excusa nos sentamos, mientras Toñi y Fernando tocan bajito unos compases de «Amparito Roca». Hay unos minutos de silencio mientras nos metemos todo el dulzor en el cuerpo, y al acabar compartimos unos suspiros de satisfacción.

Empieza la reunión la propia Juana, que nos cuenta entusiasmada lo bien que ha ido el primer reparto de pasquines este mediodía, mientras la primera mascletà se cancelaba por revolución. Por lo que nos va explicando, ya eso ha sido histórico, para no perdérselo. Mientras llegaban, iban respirando el aire limpio por el chaparrón. Empieza el goteo de personas, que se transforma en el habitual río de gente que acude a escuchar la primera mascletá del año… y nada. No hay montado ni un petardo en la plaza, y el balcón de las autoridades está desierto. Y empieza nuestra charanga a amenizar con la de «si te han pillao con el carrito del helao» y con la de «vamos a quemar la conferencia episcopal», y los fardos de propaganda subversiva que trajimos, corriendo como la pólvora en llamas entre la gente, que se lo leían y lo pasaban, en parte por compartir y en parte porque no quieres que te pillen leyendo algo así, pero menos aún llevártelo a casa.

Fina y Charo confirman, y se les nota el orgullo, que ellas organizarán esta noche la difusión del panfleto «Luz al Soldado» que han escrito los aliados que tenemos dentro de los antidisturbios, y que nos llegaron a través de Juana y su hermano Benito. Trabajarán por redes de confianza de una docena de sociedades musicales amigas, para mañana cubrir la ciudad entera. El maestro Alamar estaría orgulloso. ¡Y sorprendido!

Fernando nos confiesa con la voz quebrada que él está agobiado por cómo va a llevar todo esto gente como su padre o su abuelo. También nos informa de que por el momento no hay reacción ni en la tele ni en la radio, que de momento es como que aquí no hay nada que ver. Le animamos: si los de arriba aún no quieren ver la que les viene encima, mejor para nosotros.

María Jesús se disculpa porque ha de irse a Mislata, a ayudar en el casal fallero con sus padres. Parece que allí también están organizando varias actividades revolucionarias.

En cualquier caso, como ya está claro quién se responsabiliza de qué, nos ponemos en marcha. Mientras salimos del local vamos poniendo en común las actividades de las que nos hemos enterado cada cual para la semana próxima. ¡Estas Fallas va a arder el fascismo!

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Reunión de delegaciones de la falla L’Eliana-Cid, Territori Lliure

Primera semana de la Revolución de 2097. Madrugada del sábado.

Estem esgotats! Però som els millors… un any més, ja està muntada la carpa!

Ángeles les pide a los pequeños que para ensayar sus jotas valencianas se pongan más para allá, que los mayores tenemos que hablar. Preparamos nuestro corrillo de sillas, banquetas y taburetes, nos servimos vasitos del chocolate que ha traído José, y empezamos.

A María Jesús, de la delegación de festejos, la notamos cansada, porque venía directa de la reunión de su banda. Nos recuerda que el lunes es el Cercaviles maratoniano que recorrerá las grandes avenidas de nuestra ciudad. L’Eliana-Cid participaremos en uno de los piquetes informativos, y también en dos de las asambleas itinerantes para decidir el rumbo de la revolución, y en las comisiones de logística y de cuidados, para empezar a ponerla en práctica. Tardamos un rato en repartirnos las responsabilidades. ¡Menos mal que somos muchos!

A continuación nos cuentan cosas Amparo y Luis, de la delegación de información. Ella más positiva, él más preocupado. Nos hablan de la recepción desigual de nuestra octavilla, explicando que este marzo no habrá mascletás y que en cambio se va a llenar Valencia de barricadas. Mucha gente a favor de que se cambien las cosas, incluso de la Revolución. Mucha gente, también, con incomprensión o con miedo a las represalias. Alguna mirada hostil, algún insulto.

Pura y José explican que a última hora hemos vuelto más explícitas las alegorías de nuestra falla. Los ninots reproducen escenas de la reconversión industrial ecofascista de 2030, pero el título será «Fabrica de bodas en serie». El texto de los carteles se inspira en una revista antigua, que se llamaba «Mujeres Libres», y que hacía críticas al patriarcado dentro de la revolución anarquista. Seguro que hará pensar a muchas vecinas, y a algún vecino también.

El último punto importante es la asamblea grande de mañana. Ángeles, nuestra fallera mayor, nos insiste muy seria en que no tiene nada de experiencia en temas revolucionarios, pero que lo hará lo mejor posible. Nadie dudamos de Ángeles. Llevará nuestras actas y actuará como enlace en la asamblea de asambleas, en la plaza del Caudillo, o, bueno, el nombre con que decidamos llamarla a partir de ahora.

Llevamos ya una hora de reunión y empezamos a distendernos. Uno preguntando si es el momento de sacar los dineros del banco. «¿Pero como Enric Durán o como Durruti?» Risas. Otra ha oído que nuestra alcaldesa Esperanza Fabra dio un pregón bochornoso desde el balcón de su casa. Se comenta que en las radios locales solo ponen música fallera, y que el repetidor de la televisión nacional lleva fallando desde esta mañana.

Ángeles pone orden con sus castañuelas, verificamos que está todo hablado, y cerramos la asamblea. Le deseamos suerte para la reunión de mañana.

Siguen sonando las jotas valencianas de los pequeños. Les decimos que vayan cerrando y cada cual nos volvemos a casa, porque mañana va a ser un día grande.

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El levantamiento social. Interasamblea en la Plaza Central de la Dignidad en València, Territori Lliure. Primera semana de la Revolución de 2097. Domingo.

-Entonces, ¿os parece bien que nos dividamos en corrillos y vayamos haciendo ruedas de presentaciones y lluvias de ideas antes de la asamblea grande? Empiezo yo pues. Soy Rocío y he venido simplemente a colaborar en que las asambleas vayan fluidas.

-Hola, yo soy Ángeles. He dejado una copia de los consensos de mi Falla en ese archivador que ha puesto alguien en el centro de la plaza, he visto que había otros papeles parecidos. Si queréis luego me los leo todos y hago un resumen.

-Soy Leia. Acabo de salir de la clandestinidad. Antes fui prostituta. Esta revolución social que viene me recuerda a mis propias vivencias como persona trans: un cambio prohibido y terrorífico. Que parece imposible pero que es inevitable.

-Buenos días, yo me llamo Malik, del sindicato de manteros. Soy de aquí, ¿eh? Hijo y nieto de manteros. Solo quiero repetir, una última vez: ¡sobrevivir no es delito!

-A mí me dicen Montse. Hace un par de años era administrativa en la Universitat, pero ahora soy trabajadora del campo y gestora de la cooperativa Rebrot de l’Horta. Quiero recordaros que vamos a tener que racionar para cuidar las reservas. Yo calculo que nos puede llevar al menos uno o dos meses reorganizar toda la producción. En nuestra cooperativa tenemos arroz, almendras y aceite, pero se acabarán pronto si no racionamos.

-Yo soy Alberto, estibador, y quiero decir que, aunque todavía no sé quién está detrás de todo esto, lo que sí que tengo claro es que hay que cambiar las cosas y que a partir de ahora nadie se tiene que quedar sin comer. Por eso creo que es muy importante la colectivización agraria. ¡Tenemos que tomar y hacer, en vez de pedir y esperar!

-Mario, de la Asamblea de Estudiantes de Historia. Yo quiero decir que creo que tenemos que tener todos claro que con esto no vamos a salir de pobres, porque en el mundo de hoy todo el mundo es pobre. Los anarquistas también son pobres. Lo que podemos dejar atrás es la miseria y la humillación. Que nadie tenga poder para obligarte a agachar la cabeza. Nada más.

-Soy Vicenta. Camarera. Contaros que la radio valenciana ya está empezando a emitir consignas revolucionarias. De hecho, están por ahí detrás, haciendo entrevistas. Y la tele central, al revés. Están cada vez más belicosos, y hablando de poner orden.

Se escuchan cánticos de dos grupos que entran en la plaza, uno desde San Agustín y el otro desde la Estación del Norte. Acabamos la rueda de presentaciones, nos juntamos con otros corrillos que han terminado también, y empezamos a buscar voluntarios, quién toma actas, quién facilita, quién toma el turno de palabra. Y ¡hola! por fin llegas tú, también tú, justo a tiempo para participar en la siguiente fase de la revolución.


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