Quizás todos somos brujas


por BrightFlame https://brightflame.com

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Texto original: https://solarpunkmagazine.com/shop/solarpunk-magazine-issue-6-lunarpunk/

Traducción colectiva por XR Artífices de Palabras

Estoy sentade en la cama en mi pequeño domo, sudando como si mi cerebro estuviera haciendo ejercicios isométricos. Me presiono a seguir con mi vida, sentirme orgullose de mi elección. Hace cinco minutos, mis progenitores se pasaron por casa y me saludaron de camino a la colmena para cenar. Aún no me atrevo a salir. Tendría que enfrentarme a enhorabuenas y comentarios. No quiero ninguna atención. Mi ánimo oscila entre la ansiedad y el enojo. Debería estar entusiasmade como cualquier dieciochoañere que comienza su camino de vida… incluso teniendo diecinueve. Camino los seis pasos hasta el rincón de aseo y me echo agua fría en la cara.

Lo que tiene vivir en una red de comunidades interconectadas es que todo el mundo conoce a todo el mundo, tan dispersos como estamos en las penínsulas irregulares de esta esquina noreste del continente. A estas alturas, les trescientes kin de los cinco nodos de este Hilo saben que anoche declaré mi camino. Es probable que la noticia también se haya extendido al Hilo adyacente.

Me pongo una camisa gris claro sobre mi masa de pelo que no me apetece arreglar, luego le añado un envoltorio gris apagado. Me obligo a salir y me alejo de la Colmena. Me abro paso alrededor de las cúpulas residenciales que son como racimos de burbujas opacas anidadas en el prado. El revestimiento de micosol de la mía destaca en su brillante novedad verde dorada, acentuada por el sol que brilla justo por encima de los árboles hacia el oeste. Las cabras me ignoran mientras mordisquean altramuces, menta de montaña, hierbas y tréboles.

Aún no he compartido la elección de mi camino con les Guardianes, así que me acerco a Haya en el borde del bosque. A un brazo de distancia de su suave corteza, pisoteo fuerte para relajar las piernas. Con unas pocas respiraciones profundas relajo mi cuero cabelludo, mis ojos, mis miembros. Respiro mi energía y la abro más allá de mis límites físicos para que se amplíe mi campo áurico. Como una membrana que cede, me sincronizo con la vasta energía de les Guardianes.


“Hola kin”.

Me envían calor hacia el pecho.

:: Sentimos un ánimo huracanado en ti. ::

“Pero me he resuelto. Seré profesora, no bióloga..”

:: Irresuelto. Deseas investigar, conocer de manera certera, la ciencia del Nosotres. ::

“Lo admito, la cuestión aún me escuece: cómo nos comunicamos. Cómo hablamos con la mente o lo que sea que hagamos.”

Desde que era pequeñe me he preguntado esto. Mi mente joven imaginaba hipótesis sobre partículas subatómicas fluyendo entre los seres humanos y los árboles, y un aún desconocido órgano sensitivo en nosotres que diera sentido a esa comunicación. Mis progenitores guardan los dibujos que hice, los cuentos que escribí acerca de ello.

:: Somos ciencia. hay muchas maneras de conocer. Tu nos sientes a nosotres. Tu nos vives. ::

“Sí, sí, lo sé.”

:: Saber con el corazón, no con el cerebro. Ya no eres un joven brote, haz crecer un gran anillo de comprensión. ::

¿Es eso un insulto de árbol?

“Enseñaré a jovenes kin sobre Nosotres y les apoyaremos para conectar con vosotres.”

Quizás alguno de ellos descubra la ciencia de hablar con los árboles.

:: Fuerte corazon madera, Kin. ::

“Gracias, Guardianes.”

Me sacudo esta conversación tan insatisfactoria y decido saltarme la cena.
Evitando a les kin que pasean fuera, corro a casa. Camino de la cama al armario, a la estanteria, al lavabo, a la cama, como si trazara una estrella de muchas puntas en el suelo de alfombra de cáñamo. Arrgh. Me dejo caer en la cama y echo la cabeza hacia atrás.

Sin un plan específico, me pongo mis zapatillas de rebotar. Afuera, salto como un ciervo en el bosque, pensando sólo con los pies.

Golpeo mi irritación contra el suelo, elevándome alto con cada salto, impulsándome a lo largo del camino trillado, levantando aromas de tierra ricos en minerales y las notas cítricas del tomillo bajo mis pies.

Veo que me dirijo al nodo adyacente.

Los cerezos están en flor, blancos contra hojas de rododendro de color verde intenso que comparten el sotobosque. Los árboles lucen los verdes claros y los rojos de las hojas nuevas, aún no desplegadas.

Paso por un túnel-granja que es como una serpiente gigante serpenteando por el claro. El sol está demasiado bajo para alcanzar sus gafas de sol.

Me detengo en el borde del bosque. Les kin del Nodo Abedul Negro todavía deben estar cenando. Bien. Corro hacia la cercana biblioteca de doble cúpula. Una vez dentro, exhalo. El espacio parece cavernoso bajo la luz tenue. La próxima semana será brillante con voces jóvenes, une maestre experimentade… y yo. Pero esta noche es mi refugio “para hacer las paces con mi camino”.

Estantes de digis se alinean en las paredes junto con estaciones de ciencia y tecnología: incubadora de hongos, microscopio, cuadrícula/malla holográfica, detector de ondas, impresora de materiales y abundantes suministros de arte.

Todos se han renovado desde que era joven. Las fibras de micosol crecen a través de la pared a la altura de los ojos para alimentar cada área: una red de color rosa, amarillo y verde que brilla tenue. Las mesas y sillas-hamacas están plegadas a un lado, listas para crear innumerables configuraciones. Aquí y allá, montones de colchonetas y almohadas de distintos tonos invitan a ponerse cómode.

Principalmente leo digis, pero ahora me dirijo al otro extremo donde los estantes de tablones de bambú están equipados con pequeñas boquillas de aire para proteger los libros de papel del moho. Pocos libros de pasta de madera sobrevivieron a través de las generaciones y este nodo contiene la colección anterior al Desmoronamiento de todo nuestro Hilo.

Paso los dedos por los lomos de tela y papel como si las texturas fueran a producir el contenido de los libros. Hay más estantes que en mi días escolares. Las incursiones de salvamento a ciudades abandonadas aún nos brindan algunos de estos tesoros.

Aunque estos libros ya están en formato digital, exhibirlos es una buena lección de historia: evidencia tangible de cómo vivía la gente hace cien años o más, lo que sabían, lo que imaginaban. Saco un volumen y lo peso en mis manos. “Nuestra Biosfera y el Efecto Invernadero”. Lo devuelvo a su sitio y saco otro. “Crecimiento y Decadencia de la Industria”. Cuando saco un tercer libro, algo se mueve detrás de él: un libro que libero del estante.

Sentade en el cojín más cercano, desenvuelvo con cuidado su tela encerada protectora. Sin título. En la portada interior se lee 37: 2015 – 2016. Entrecierro los ojos ante la letra apretada de la primera página.

Qué apropiado que esté comenzando un nuevo diario en luna nueva. Un día de estos quiero volver y leer los antiguos. Pero, ¿36? Enorme tarea. Y mi memoria ya no es la que era. Tomaré apuntes y sacaré todas las cosas buenas, las perlitas/curiosidades que quiero recordar. Quizás todos los mensajes que han llegado. En retrospectiva, debería haber numerado las páginas de cada volumen, entonces podría hacer un índice. Si decido transmitirlos, tal vez sea una tarea para una descendiente.

Este es el escrito personal de alguien. ¿Cómo vino a parar aquí?. Quién lo escribe da a entender que es de avanzada edad. El Desmoronamiento ocurrió unos veinticinco años después de que lo escribieran, por lo que nuestro primer Hilo Ancestro ni siquiera había nacido aún.

¿A qué mensajes se refieren? Escalofríos suben por mi cuello.

Hay algo delicioso en este libro. Es como el secreto de alguien y me lo están susurrando a lo largo de los años. Los abrazaré, saborearé este libro, exploraré sus misterios.

Por más difícil que sea no leer más, vuelvo a envolver el libro y lo llevo a casa. ¡Por el cielo y el mar, que me distraiga! Me dará algo en qué concentrarme durante la semana.

Estoy sentade contra Pino Imponente, que vigila el borde del bosque en mi lugar favorito en los acantilados sobre el mar. El grito estridente de un águila pescadora perfora el shhh ahhh de las olas veinte metros más abajo y las gaviotas ríen mientras vuelan en círculos por encima. Los cantos rodados de granito brillan como gemas cada vez que el oleaje retrocede, exponiendo la roca húmeda al sol. Dos pozas de marea entre las rocas reflejan el cielo azul y las nubes blancas. La emoción de este espacio liminal entre el bosque y el océano me eleva como si pudiera volar hacia el horizonte lejano, hacia el futuro.

Pero ahora, con igual emoción, vuelvo al pasado.

Desenvuelvo el viejo volumen,su peso lleno de recuerdos. “Cuéntame una historia, sabie ancestre”. Abro el libro.

Beltane. El aquelarre se dirigió a nuestro bosque secreto e hizo el amor con el bosque. Algunos podrán vernos como ancianas, pero nosotras las Brujas nunca somos demasiado mayores para el placer y el intercambio de energía con los amantes. ¿No lo sabías? Después de agotarnos para incrementar la energía, vimos pequeños penes asomando desde el suelo. Morillas. El bosque tiene sentido del humor. De vuelta en mi casa, hicimos un festín con esos sabrosos hongos. Muchos chistes de penes, incluso de quienes preferimos las vaginas. San está experimentando con diferentes pronombres para expresar su carácter no binario. <<<Ni una palabra, ¡tal vez debería serlo! Talia sugirió ke y kin. Todos lo intentaremos. ¡Ke estaba emocionade!


Hay mucho que considerar. Nunca pensé en personas de verdad siendo Brujas. Espero que esta madre ancestral escriba sobre sus costumbres. Doy unas palmaditas al libro.

Vivían en una época marcada por el género, pero aquí hubo un punto de inflexión, como ahora: estamos preparades para adoptar ze y zir en lugar del “elles” global.

La gran pregunta: ¿qué querían decir con hacer el amor con el bosque?

Dejo el libro a un lado, cierro los ojos y respiro profundamente unas cuantas veces, relajándome contra Pino. Respiro, abro mi campo de energía más allá de mis límites físicos y me conecto con les Guardianes. Les abro mi corazón para saludarlos y siento su calidez recíproca irradiar hasta mi interior.

“¿Qué quiere decir este escritore con hacer el amor contigo? ¿Es posible algo así entre humanos y árboles?

:: Intercambio de energía mientras compartimos ahora. Abriendo. Sintiendo. Corazón pleno. ::

“¿Sintieron auras de árboles?”

:: Hay muchas formas de comunicarnos. Antaño, con sensaciones y emociones. Ahora, entiendeis nuestro idioma y compartimos palabras. ::

Uf. Como una bellota golpeándome la cabeza, un golpe en mi punto sensible: mi camino no elegido. Envío gratitud a les Guardianes y me alejo de la conexión.
La siguiente entrada:

¡Qué frustrante! Estamos en 2015 y todavía la gente trata a las Brujas como personajes de dibujos animados, malvadas, simplistas o todo lo anterior. A pesar de que somos muchas más según las revistas convencionales. Pensarías que esto influiría en los tropos. Busco libros de Brujas interesantes y realistas, pero sólo encuentro adolescentes tontas que lanzan hechizos de amor o arpías viejas (feas) malvadas que viven en el bosque y matan gente con maldiciones. A veces, una joven y sexy Bruja malvada. ¿Cómo romperemos los estereotipos?

También leí algunos de esos libros, aunque me parecieron una tontería. Quiero saber qué hacen las brujas reales. Si bien me gustaría perderme en el diario, también quiero tomarme mi tiempo y saborear lo que revela. Me permito un párrafo más.

Me encantó El Mecanismo, el libro que acabo de terminar sobre un aquelarre que salva al mundo. Estaba etiquetado como fantasía, pero reconocí en él la forma en que trabajamos con la energía y el poder de los trabajos mágicos. Este libro dice la verdad. Incluso si pretenden ser una metáfora, seguramente estas formas y esta “fantasía” pueden fomentar un futuro brillante. Se trataba de garantizar una red de vida saludable de la que formen parte los humanos. Estoy muy cautivada con la historia. Me da esperanza, a pesar de su escalofriante (acertadísima) descripción del daño causado por los humanos a la red de la vida y los desastres inminentes que podrían ocurrir en mi propio futuro. Voy a probar la magia que hacen las mujeres de este libro.

Cielos, me habría encantado encontrar ese libro. Dudo si estará entre aquellos almacenados en nuestros digis. Sin satélites, sin comunicaciones globales o siquiera continentales desde el Desmoranamiento, la información de nuestros digis está fija en el tiempo, una grabación incompleta. Aún así, corro hacia los Comunes, donde tenemos una copia del digicatálogo.

Abro la puerta del enorme triple domo, la boca abierta de una fantástica megaballena, ahora pelada como un esqueleto. Mis tripas se estremecen. He evitado este lugar desde mi último año de escuela en el que mi quinta habló en el corro de cuenacuentos: lo que nos llevó a los caminos esenciales que ibamos a elegir. La otra gente fue recibida con pisotones en el suelo, manos en el aire y silbidos. Al terminar mi intervención sobre mi investigación se hizo el silencio. Y a continuación, comentarios tibios del tipo de “La ciencia es maravillosa, pero estudia algo útil, como los parásitos de los bosques o una tecnología para baterías más eficiente para que los voladores solares puedan seguir volando durante la noche”.

Pero yo quería resolver un misterio en concreto.

Agito los hombros para sacudirme el recuerdo y centrarme en el presente.

Mis pasos resuenan en el suelo de bambú mientras cruzo a la pared del fondo. La interfaz del catálogo está conectada a decenas de pequeñas cajas de datos como un pulpo robótico. Zumba cuando la enciendo. Mantengo pulsado el botón de entrada. “Título: El Mecanismo”. Hago un gesto con la mano y señalo diez pantallas de títulos que contienen la palabra “trabajando”. Ninguno con este título exacto.

Decepcionade, pero no sorprendide, abandono esa búsqueda y me dirijo a algo relevante para mi camino. Busco libros infantiles y recorro las páginas de resultados. Sonrío cuando los títulos me traen recuerdos. La gallina que no come insectos. Una oruga hambrienta. Hermanos que sueñan con la luna. Conozco aproximadamente un tercio de estos libros, y sólo he llegado hasta la “H”. Estoy deseando descubrir otros nuevos para llevarlos a clase.
Me permito dos buenas lecturas del periódico cada día. Reflexiones fascinantes, pero ninguna mención al libro de la Bruja. Les escritores anteriores al Crujido se perciben como viejes kin del Hilo, como si fueran antepasades personales. Quizá lo sean: No tengo ni idea de cómo llegó el diario hasta aquí. Por ahora, me gusta tener el libro como mi consuelo, mi secreto. En algún momento, investigaré y preguntaré a les kin.

Me gusta estar con les kin, incluso cuando hacen comentarios sobre mi camino. Lo atribuyo al diario, aunque no sé por qué. Quizá porque a través de sus páginas me siento a punto de descubrir respuestas que me satisfagan.

Sentade en la Colmena con dos kin nodo de mi edad, picoteo huevos fritos y puré de tubérculos, dejando la mayor parte en mi plato. Hoy es mi primer día a la sombra de mi mentore.

“¿Nerviose?”, pregunta une.

“Y emociónade”, digo con alivio, dándome cuenta de que es cierto.

“Serás une gran profesore. Todavía usan tu Collab-map en la escuela”.

El calor me sube a las mejillas. Aunque me sienta bien que reconozcan el juego que inventé cuando tenía doce años.

Después de desayunar, me pongo mis zapatillas de rebotar para ir al colegio. Es adorable que les niñes de los cinco nodos interactúen a lo largo de su aprendizaje. Los nodos tienen unas sesenta personas, quizá cinco de la edad de “los brotes” como a las que voy a enseñar. Otros cinco en cada nodo son “arbolillos” mayores cuya clase se extiende por todo el Hilo.
Corro junto a altos helechos que me hacen cosquillas en los dedos. Los rododendros de fuego destacan entre los de flores blancas y los de tonos verdes y marrones de su kin. Los viburnos aromatizan el aire. La mayoría de los árboles están llenos de hojas.

Llego a la biblioteca justo cuando llega Nova. Me lleva unos diez años. Nos abrazamos y sus gruesas trenzas castañas me hacen cosquillas en la mejilla. Nos reímos de que les dos llevemos túnicas verdes brillantes.

Me alegro mucho de que hayas elegido este camino. Aprecio tu pasión”, me dice.

“Gracias”.

“¿Has oído la nueva terminología? Somos facilitadores del aprendizaje en lugar de profesores. Sugerí el cambio al Consejo, y llegaron a un consenso en todos los Hilos la semana pasada”.

“Una expresión maravillosa. Estoy deseando aprender de ti”. Esta verdad resuena en mis huesos.

Llegan los brotes. Recibo un montón de abrazos y agudas bienvenidas, y mi sonrisa aumenta con cada uno de ellas. Abrazan a Nova y se abrazan entre si antes de dejarse caer en un círculo de almohadas de muchos colores. Nova me ofrece una almohada verde y nos acomodamos. Las edades de la clase oscilan entre los seis y los nueve años.

“¿Un cuento para empezar?” pregunta Nova, y la clase silba y hacen gestos de aprobación. Mi mentore examina los digis que hay en un estante cercano y saca uno. Pasan el dedo por la pantalla y examinan el contenido. “Parece interesante”. Giran el digi para proyectar palabras en la pared azul claro junto a la puerta y me hacen un gesto con la cabeza.

Con los ojos muy abiertos, leo en voz alta: “La última bruja salvaje, de Starhawk”. ¡Sincronía con el diario! Aparece la imagen de una persona de piel morena y cabello blanco arremolinado. Agita un caldero sobre una llama.
“Se parece a Grandelder Anwi”, exclama el más pequeño.

Continúo leyendo, exagerando mi expresión y dejando espacio para las risitas, los gritos ahogados y los oohhss de la clase entera.

Después de unas cuantas páginas e ilustraciones, uno de nuestros brotes más mayores pregunta: “¿Por qué quiere la gente del pueblo que les niñes caminen en línea recta? Los meandros y las curvas encajan con la Naturaleza”.

“Excelente observación. Quizá lo averigüemos”. Nova me hace señas para que continúe.

Leo: “De vez en cuando, algunos de les niñes se escapaban por la noche y corrían por el bosque para visitar a la última Bruja salvaje. Ella les guiñaba un ojo y sonreía”.

 “No se me permite estar fuera toda la noche”, dice un brote más joven.

“Creo que a estes niñes tampoco”, digo yo. “Veamos qué pasa”.

Hay graves consecuencias después de que más niñes del pueblo se escapen. Se me revuelve el estómago al leer que les adultes planean destruir el bosque. Cortan un árbol con un hacha.

Nuestres hijes se quedan boquiabiertos de horror y les más pequeñes resoplan, a punto de llorar.

Continúo la historia, confiando en que tenga un final feliz. Pronto, les niñes actúan para salvar el bosque. Cuando todos los habitantes del pueblo se hacen amigos de la bruja y de los salvajes, grito “¡Sí!” junto con Nova y les más pequeñes.

“¿Cuál es el mensaje del cuento?”, pregunta Nova.

“Las brujas son buenas”, dice el brote más pequeño.

“Los bosques son amigos”, dice otro. “Pero la gente no hablaba con les Guardianes”.

“¿Por qué los humanos tenían miedo de lo salvaje? Eso significa kin, ¿no?”, pregunta otro.

Nova explica de forma simplificada la desconexión y el aislamiento de los tiempos anteriores al Desmoronamiento, cuando la mayoría de las personas ni siquiera se consideraban kin entre sí, y mucho menos con los no humanos.

Pronto terminamos este segmento y llevamos a les niñes fuera para que observen el musgo. Las dos horas siguientes pasan rápidamente, ya que el entusiasmo que muestran por los micropaisajes es contagioso.

Cuando les niñes se van, le pregunto a Nova por qué ha elegido ese digi y esa historia.

“Al azar. Me gusta sorprenderme a mí misma y a la clase. En ese estante hay cuentos aptos para brotes”.

Después de abrazarle, corro a casa.

En mi pequeña cúpula, saco el antiguo libro y hago un nido con sábanas enrrolladas para sentarme cómodamente. ¿Qué encontraré hoy en el diario? El libro cae abierto sobre mi regazo.

Hoy nos reunimos nueve personas en el bosque que hay detrás del centro comercial. Poca gente van allí, lo teníamos sólo para nosotras a última hora de la tarde. Nos desplegamos en círculo cerca del roble más grande que encontramos. ¡Y lo hicimos! La magia. Como describía el libro, nos conectamos a tierra y dejamos que la energía de la Tierra subiera a través de nosotros hasta las Estrellas. Y la energía de las Estrellas fluyera hacia la Tierra. Cuando ampliamos nuestros campos de energía y enviamos zarcillos a cada eje para conectar con el Todo, fue como conectarnos a la red de la vida. No es que no seamos siempre parte de la red. Pero esta fue la experiencia que nos hizo sentir a todos los demás en la red, humanos y no humanos. Me sentí como un veinteañero, zumbando, lleno de vitalidad. Imagina que todos los seres humanos se abrieran así a la red de la vida. ¿Cómo podrían seguir dañando la Tierra? ¡Cuánta más fuerza vital tendríamos todos! ¡Sería la restauración de la red, en efecto!

Estrecho el libro contra mi corazón. Así es como conectamos con les Guardianes. Le escritore llama a esto magia. Quizá la ciencia es magia. O la magia es ciencia. Envío a este Ancestre anónimo un beso a través del tiempo.

Me río al recordar las palabras de les Guardianes: hay muchas formas de saber.

Me pregunto qué es un centro comercial. Suena agresivo.

Nova y yo conducimos a nuestres jóvenes pupiles al Commons, que bulle con la cháchara de cientos de personas. El espacio se ha transformado para el festival, resplandeciente de rojos, dorados, verdes, azules y morados en una miríada de diseños. Cinco abejas gigantes de fieltro cuelgan entre guirnaldas de cáñamo teñido, tejidas a ganchillo como flores de manzano. El entramado de fibras de micosol que se dibuja a través de la cúpula translúcida sirve de telón de fondo, insinuando follaje y enredaderas.

Los brotes gorjean como polluelos, entusiasmados por representar su historia colectiva. Les kin se sientan en sillas, bancos o almohadas. Como yo, la mayoría llevan pañuelos de colores. Nuestro grupo se agrupa en dos bancos bajo una abeja de fieltro, para deleite de les niñes.

Alguien atenúa los globos solares perimetrales. Los dibujos bioluminiscentes de la cúpula evocan el vuelo y las alas. Tres lámparas enfocan la luz hacia el centro, nuestro escenario.

El festival comienza con una historia sobre cómo surgió el micosol. Damos por sentadas las fibras vivas que impulsan nuestras vidas. Los hongos crearon una nueva forma para nosotros, combinándose con algas fotosintetizadoras para florecer como micosol. Le cuentacuentos termina: “¡Vivan los hongos!”.

Me uno al coro. “¡Vivan los hongos!”

Después de dos cuentos más, les niñes corretean hacia el centro y hablan de una sociedad de gusanos que viven en un cubo de compostaje, de lo encantados que están cuando añadimos restos de comida. Tras la última línea, los brotes calman su agitación. El más joven da un paso adelante y dice: “Fin”.

Kin chasquea los dedos y pisa fuerte, y les niñes brillan de orgullo.
Una vez que Nova llama a los brotes para que vuelvan a sus asientos, me envuelvo en mi chal escarlata y plateado y doy un paso al frente. Miro las caras expectantes de mis kin y espero que no sea un error intentar contar espontáneamente una historia desde mi corazón.

Respiro hondo. Otra. Me adelanto: “He estado pensando en el misterio y la magia. No del tipo fantástico. Del tipo que de la que nos rodea. No podemos ver la red de la vida, pero sabemos que es real. Sentimos la energía de nuestra conexión con todos los seres vivos”.

Unos ojos sonrientes se clavan en mí y algunes kin asienten.

Mis hombros se relajan y empiezo a tejer mi historia.

“Quizá todas seamos brujas”.


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